5/6/14

Infancia y meditación

Los niños, por lo general, poseen la capacidad de apreciar la vida como un conjunto de sensaciones, emociones e ideas intuitivas que aún contienen la chispa del pensamiento mágico.  A los niños se les obliga a madurar y deshacerse de esta espontaneidad que, a mí, me parece semejante a la claridad campechana con la que grandes maestros espirituales transmiten sus enseñanzas. Los niños son muy impresionables y a la vez muy abiertos.  

Progenitores, educadores, psicólogos creen cada vez más en los beneficios de enseñar meditar a los niños, concepción bastante nueva en nuestra cultura, aunque en Oriente hace muchísimo tiempo que la meditación constituye una parte esencial de la educación.

En grupos reducidos, se les tiene que enseñar de forma fácil y personalizada una serie de ejercicios que les lleven a adquirir una actitud correcta para sentarse a meditar. Es bueno que se diviertan con ello, sin restarle importancia a la práctica.

La meditación les ayuda a:

- Desarrollar una capacidad progresiva de eliminar toda tensión física y mental.

- Fomentar la memoria y la creatividad.

- Desarrollar la conciencia y la espiritualidad, generando cualidades y actitudes positivas hacia uno mismo y para con los demás.

- Durante la meditación aumenta la actividad de la telomerasa, una enzima  (molécula de naturaleza proteica) que resulta esencial para el mantenimiento de la salud celular del organismo.




“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla”

G. K. CHESTERTON